¡Quince días de vida, es todo lo que me
queda!; tal vez la muerte me encuentre
antes, por eso te pedí que vinieras. No tengo como pagarte el que hayas
atendido mi petición tan pronto, sé que es un viaje largo y tedioso, prometo que
luego obtendrás el descanso que mereces.
Eres lo más allegado a mi sangre, mi único amigo se podría decir; jamás
me has reprochado algo, y has callado cuando
pedí que lo hicieras. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos sentamos a tomar una copa,¿ 13 años
quizá? he sido un ogro, lo sé, no pienso pedir perdón por eso, ni por los mil
desplantes que hice a tu persona, tengo mil escusas que me dan la razón, solo pido,
que comprendas a este desalentado muro de hielo, que me escuches, y comprendas, por que tantas
veces ignore tus preguntas.
Puedes notar
que la enfermedad me ha devorado
cruelmente, por eso no quiero perder un
segundo, ¡mi vida fue un pobre suspiro, soy un viejo, pero creo que “viví” muy poco.
Quiero pedirte
un favor, un último favor; bien sabes que no puedo escribir, y si no te
molesta, quiero que me ayudes en la tarea de forjar con papel y tinta, la historia que no me atreví a contar durante
cuarenta años; quiero que tú lo hagas, tengo una deuda con tu lealtad, debes
saber la verdad de mi vida, no pienso quitarte demasiado tiempo, lo prometo,
complace a este moribundo, a este mísero guiñapo por primera y última vez.
Era yo muy
joven entonces, veinte cinco años tal vez, dedique mi juventud al estudio del
piano, pase la mitad de mi vida sentado frente a él. No hubo
jamás de parte mía un afecto igual por alguien o por algo, música era
todo lo que veían mis ojos, ¡polonesas y nocturnos, rapsodias y sonatas
fantásticas! Conciertos completos, mazurkas y valses, entonces mis manos, me daban todo el gozo que necesitaba.
Tenía que
vivir de algo, esta endeble salud no me
permitió jamás consumar labores plenamente físicas, trabajos pesados, además, no quería dedicarme a otra cosa, como
ya lo dije, entonces trate de ganarme el
pan con lo que tanto amaba y tan bien
sabía hacer.
Fracase, si,
fracase casi siempre; era difícil conseguir un buen contrato, yo era mejor que
muchos músicos de S... pero ellos
venían de familias adineradas y de
tradición, yo era el hijo de un pobre peón, y aunque reconocían mis dotes
artísticas y más de una vez pedían consejo, eran los que se llevaban la mejor
tajada, yo me quedaba con las sobras, y muchas veces sin nada.
El tiempo me
asalto por más de diez Abriles, y yo seguía aferrado a una obsesión estéril, a
un amor que no llevaba el pan a mi
boca, más de una vez me vi obligado a recurrir a la limosna, o a
trapear en los burdeles el vómito de los borrachuzos, en fin, toda clase de
humillaciones viví para ganar un par de monedas, mientras mi amor por el arte, permanecía intacto. El fruto de tantos fracasos, se vio
convertido en una terrible dependencia por el alcohol, los pocos centavos que ganaba se quedaban en
la tienda de licores, o en los prostíbulos, mi vida era entonces un sorbo
amargo, difícil de pasar.
Escribí mil
obras que a mi parecer eran perfectas, minuciosamente revisadas, llevadas a la interpretación más profunda y
bañadas de virtuosismo, guardaba una esperanza en cada manuscrito, creía que
tal vez, algún día , un golpe suerte me
sorprendería tocando en las puertas de mi casa; Lleve mi música a diferentes
salones, expuse mis composiciones ante el mundo, sin resultado positivo, tal
vez era obsoleto, o no eran perfectas como yo suponía, nadie me daba una mano, mas parecía que querían
verme estancado, no argumentaban las
blasfemias con que opacaban mis arreglos, yo conocía el piano como nadie, mi
trabajo era expresivo, completo, sentía ira a causa de tanta estupidez ,ya no me cabía en la cabeza la idea de seguir
siendo un infeliz, mejor estar muerto y
alejado de tanta mediocridad, de ese
círculo que no veía el feroz talento que brotaba de mis manos; entonces me
harte, y una noche me eche a maldecir, maldije al creador y maldije a la buena
luna, maldije a la mujer que me trajo al mundo y maldije la hora en que me
enamore del arte y sus máscaras.
La furia que
sentía, me llevo a invocar el demonio, a ese
ángel caído en el que jamás había
creído, la impotencia a la que me había llevado la frustración, hicieron que de
mis labios trastornados salieran palabras indebidas;
“Lucifer,
¡quieres mi alma? Te la doy a cambio de unos días de éxito”
Eso mismo dije, no te asombres.
“¡Si es que
existes ven hasta mí, y dame lo que te pido, ven y échale una mano a este
desdichado, a este estúpido borracho, anda cobarde, ven aquí!”
Sin más,
desconsolado me fui a la cama, Esa noche
caí en un sueño profundo pero
tortuoso, acompañado de pesadillas, y sudoración desmesurada, una horrible velada, una función para el olvido.
Lo que desde
ahora empezare a relatar, podría afectar tu espiritualidad, por tratarse de
cosas horribles y que parecen sacadas de un espantoso relato paranormal, no
espero que me creas, para mí eso no tiene importancia, tómalo como desees, solo
te suplico que no pierdas detalle del episodio que abordare. El diablo en
verdad existe, respira muy cerca de mis hombros, yo le ofrecí mi alma esa
noche, inocentemente, como si se tratara de un simple juego, lo que
entonces ignore, es que sus oídos son
tan agudos como la punta de un alfiler.
La mañana que
vino después, fue la ventana de mi calvario; empezó la rutina cotidiana de
tomar papel y lápiz, de acomodar cada
figura en el pentagrama, idea tras idea, borrón y cuenta nueva, horas largas
con pequeñísimos resultados, suspiraba y maldecía, bebía un trago, y volvía a
respirar, el automatismo absoluto, un beso frio contra la nada, constante y
frustrante ,pero luego, extrañamente , mis dedos comenzaron a deslizarse por el
piano, dejando oir una cadencia
magnifica, dotada de la beldad más amable, largas frases, llenas de gracia y
misterio, ¡me deje llevar por ese algo que estremecía mi alma, y continúe
tocando, si, tocando como un animal sin razón,
perdido en la dicha, asombrado por tal evento!
Logre escribir
todo lo que mis manos “improvisaron” pero aún faltaba, desde mi conocimiento,
el final de dicha obra. Decidí relajarme
un par de minutos, bebi una copa y me sente de nuevo frente al piano, pero esta
vez, ninguna idea brotaba de mis sienes,
podía recordar las partes anteriores, pero me era imposible llegar al
final adecuado a la armonía establecida, sentía que la música no era totalmente
mia, alguna idea arcaica influenciaba cada frase, cada compas, era frustrante tal situación, hize todo
esfuerzo mental para dar con el final, y como ya dije me fue imposible dar con
siquiera una nota, con siquiera un acorde.
El cansancio
empezaba a hacerme trisas, mis parpados pedían una pausa, mis manos ya se
habían rendido, empezaba a quedarme dormido, y entonces, de la nada una voz suave, susurro a mis
espaldas “escribe, escribe, el final, escríbelo” ;Un impulso repentino me llevo
hasta el piano, y como por arte de magia, los dedos empezaron a correr una
carrera que me asombraba, que me asustaba, pero que me satisfacía como nada lo
había hecho jamás, Plutarco dijo que disfrutar todos los placeres es insensato,
y que evitarlos es insensible, que podía
hacer yo en tal situación , frenar con la espuela, o explorar el mar de la
excitación, ¿vivir de los temores, seguir decayendo, nada bueno había detrás de
todo aquel misterio, eso lo tenía claro, pero,
nada me importaba más que triunfar, y sabía que con el final de la
citada composición en mis manos, el triunfo, la gloria, el respeto que desde
hace tanto merecía llegaría sin tardar
demasiado. Por fin mis dedos se detuvieron,
en el Fa sostenido de la segunda
octava; inquieto me aleje, tome el manuscrito principiado, y en seguida me
ocupe en terminar de cifrar aquella apacible y atractiva cadencia.
Al ver mi
empresa finalizada , y luego de
pellizcarme en repetidas ocasiones, de
dudar sobre mi cordura, y llevar al juicio más radical todos esos impulsos y deseos,
después de buscar respuestas a tantas cuestiones, que parecían
insondables, vanas, fantasmales y fugaces , después de ver cada figura, cada ligado, adornando el
pentagrama, no me quedo más que arrodillarme con el papel entre las manos y
respirar profundamente, lentamente, de la manera más delicada, como poniendo mi
alma en las manos de céfiro, levanté la cabeza,
cerré los ojos, y medite sobre
tantas cosas, que podría decirte que vi resumida mi vida en un segundo, en un
solo capitulo, en esa obra, en cada
línea escrita.
Todo después
era silencio, mudez, el piano, el
manuscrito y yo, nosotros y la habitación, no había espacio ya para una
botella, ni para el descarado humo de un cigarro medioconsumido, interpreté la obra de mi esperanza consecutivamente, una
y otra vez, y me enamoraba más, y mis
oídos eran arrullados por la majestuosidad de aquella hermosa creación.
Mientras me envolvía lentamente el halo pasmoso de la somnolencia, una
atmosfera densa y oscura empezó a ocupar la habitación; de ella se apodero un
frío indescriptible, húmedo, fastidioso; yo estaba entre dormido y despierto, y
de pronto ante mi asombro, aquella voz que un par de veces me había
sorprendido, se mostró ante mi como un
retumbo macabro que se estrellaba contra las paredes y los muebles.
“Lari…Lara…lari…Lara”
Volteé
buscando el desgarrador eco, pero esta vez la voz me sorprendió desde el suelo,
desde el entablado, sé que parece cosa
de locos, pero así fue como sucedió.
“No me
busquéis, yo ya hice mi parte,”
Me quedé
inmóvil, mirando las teclas del piano, y entonces de nuevo.
“el laurel te
encontrara, no te afanes, solo dedícate a hacer lo que sabéis hacer mejor,
tocar, tocar, Lari…Lara…lari…”
-me habéis
llamado, me habéis ofrecido tu alma, ahora eres de mi propiedad, en la
eternidad. Disfrutad de este momento,
tendréis todo lo que tus ojos deseen ,oro y abundancia, los mejores vinos, los
más finos trajes, todo, todo lo que tu
codicia te permita imaginar; no tendré afán en
venir por ti, pero escuchadme bien, escuchadme con atención, jamás
habléis de mí, con nadie, ni con tu madre, ni con tu nada, ni con tu prole o tu
perro, aún más importante es que jamás le des a esta obra el nombre de una
mujer, o el de una flor, si eso sucediera, entonces tendréis que morir tres veces antes de llegar
al sepulcro; por ningún motivo hagas que eso pase, procura ser recordado por
las generaciones futuras, deja que tus manos hagan todo el trabajo,
y ten en cuenta la opinión de tu lucidez …Lari ….Lara…”
¿Cómo me
sentía en ese momento? Ni yo mismo lo sé , me daba miedo saber que no estaba
ebrio para creer que se trataba de una fantasía absurda, o de un juego mental
producido por mi estupidez, o por una alta dosis de alcohol apuñalando mi
sangre, que voy a saber yo, ¡horrible confusión! Al parecer mi alma pertenecía
ahora al demonio, ¿nada bueno verdad?
Fue hasta el
otro día que confirme esa idea, la
música aun inundaba todos los rincones de la habitación, el manuscrito yacía
encima del piano, y mis dedos aun temblaban, trastornados definitivamente.
No había un
solo pan en la alacena, en mi bolsa solo había polvo y ruina, creí que lo más
indicado en ese momento era salir a tomar un respiro, la cabeza me daba vueltas
cual carrusel de feria, en mi mente
habitaba cada episodio vivido aquella noche de arrebato; debía dejarme llevar
por el perfume de los jazmines, ese que tanto me agradaba, y no pensar en nada,
en nada de lo que había sucedido, siempre me distraía con esas cosas cuando el
hambre me hostigaba, caminar o hacerme el fuerte para disimular la necedad, a
veces funcionaba.
¿Qué paso
después? Había algo que debía mostrarle al mundo, si le debía entregar mi alma
al demonio, debía ser por una causa justa,
por algo colosal, ¡debía triunfar,
pensar en la gloria y el respeto que tanto desea la carne, ser recordado por las generaciones venideras,
hacer que mi nombre se extendiera a la
distancia como el de un Genio, así, como lo hicieron Bach y Tartinni, como lo
hicieron Weiss y Narváez! Entonces así
pasaron 7 largos y gloriosos años, bebiendo de las copas más extravagantes,
luciendo los mejores trajes, viajando por todo Occidente al lado de mi gran
composición ; fue fácil ganarme un lugar en los mejores salones, ser contratado
para dirigir magnos conciertos, hacia los arreglos para la orquesta de la corte
real en B… y además ganaba cientos de
Monedas por interpretar mis demás composiciones a importantísimas
familias de políticos y artistas, mi conocimiento teórico aumento en
sobremanera, ahora era capaz de escribir armonías de increíble dificultad, mi
nombre pisaba con fuerza entonces, ¿Qué más podía pedir? Me di cuenta que siempre
hay algo de más que el corazón desea.
Las
tentaciones que el demonio nos muestra como bellezas, son solo mascaras de futuras
ruinas, mi corazón quiso una compañía
más humana, buscaba unos labios, me pedía a gritos un romance carnal, ya no bastaba el calor de Euterpe, ni el
cobijo de Apolo, y entonces abrió las puertas a un amor que jamás debió entrar
en mi ser; el nombre de una mujer, es siempre por quien un hombre pierde su
alma, el demonio lo sabe, por eso lo dijo,
es más peligroso que bañarse con
jarrados de espinas, creedme mi joven
amigo, el aroma de esa mujer cobro una cuenta que todo el oro existente no
podía pagar.
La conocí en
M… en uno de tantos viajes a occidente, era la hija de un renombrado escultor, una mujer brillante y
dotada de la gracia que viene de las estrellas; hubo muchas casualidades entonces, como si por
algún motivo, debiéramos estar juntos; el destino nos prepara situaciones, que
ponen a prueba nuestros pellejos, que nos hace preguntarnos, que tanta miseria
podemos soportar. Me enamore en el instante que la vi, ¿y cómo no enamorase de
ese coral efusivo? De esos labios carmesí, jamás veras otra como ella, de eso
estoy seguro, y jamás debes encontrar una con ese nombre, ¡colchón de nubes que daba pan a estas manos!
De ella
contare solo lo debido, por respeto al cariño que aun guardo para ella. Nos
casamos en nombre del amor que habíamos jurado, todo paso deprisa, pero yo era
afortunado entonces, me acostumbre a su vanidad, y al olor de su pelo, cada
noche desde que la bese por primera vez me regalaba su cuerpo y su adorable
lujuria; en el día era la mujer que me daba consejos, me acompañaba en cada
concierto, era mi guía entonces, hizo
que en parte me alejara del alcohol, apagaba las velas cuando frente al piano
me quedaba dormido. Era como mi ángel protector, el regocijo de mi pecho. Todo
iba bien, hasta que un día sentí la necesidad de dar un nombre a la obra que
entonces me había dado tanto, del demonio no supe nada durante los años que pasaron,
así que cansado de no tener un título con el cual presentar aquella sonata ante el público,
decidí darle el nombre de mi amada, de la muy buena y la muy graciosa. En la
víspera de su cumpleaños, yo mismo hice que la servidumbre nos dejara solos en
la mansión, preparé un banquete como homenaje al bello Ángel, y me dispuse a
sorprenderla con mi regalo.
Preparé el
asiento sobre una delicada alfombra roja, y le pedí con humildad que se
sentara. Le declaré mi idea como el mayor acto de amor, dije con voz firme: - “acepta que esta obra, la
obra que tanto amo, lleve tu nombre,
dame el derecho y escucha lo que a partir de hoy es más tuyo que
siempre” Preparé mis dedos para el festín y di comienzo acentuando mi espíritu
en el suyo, como la más pura alianza; lo que vino enseguida, fue terrible, ¡Dios
de mis Oraciones! lo recuerdo como un sentimiento nauseabundo, con bastante
dolor claro está, pero horrorizado por el espectáculo funesto que se presentó
ante mis ojos.
Finalizada la
obra, se paró desesperada del asiento,
cuando la última nota sonó en la antecámara, de sus oídos empezó a
brotar sangre como un rio,¡ brutalmente!, yo no pude hacer nada, nada pude
hacer, ¡algo la levanto, algo invisible, no sé cómo sucedió!, su cuerpo empezó
a ir de pared en pared, golpeándose
bestialmente, y entonces del suelo
emergió pesadamente esa voz que yo creía jamás volvería a escuchar.
“¡Tres veces
has de morir, necio lo tenías todo!”
Me fui contra
un rincón, hecho un manojo de nervios, mi dulce coral yacía inerte sobre la
alfombra, desangrada, magullada, totalmente deshojada. ¡Que iba a saber yo que
estaba pasando, en verdad mi alma tenía un dueño celoso, como había llegado
a todo eso, yo lo sabía, lo sabía muy
bien, ahora que iba a decir, ¿que el demonio había asesinado a mi esposa? Nadie
iba a creerlo! entonces en medio del
frenesí me arroje a la puerta principal y empecé a pedir auxilio, grite
solicitando ayuda, inventando que E… había rodado por las escaleras.
El día del
sepelio, interpreté todo un repertorio en su memoria antes de sepultarla, había
dejado un vació enorme en mi corazón, en mi música, en mi vida, la extrañaba
ahora que no la tenía, como a nada en la vida, porque aun veía en el cielo sus
ojos confundidos, y me sentía culpable por no entender que había pasado, o
mejor, de no querer entender lo que bien sabia.
Los días ahora
corrían sin prisa, pensé que viajar de
un lado a otro me serviría para encontrar consuelo, que la música me aliviaría
el corazón de nuevo, como tantas veces; paso un mes y nada cambiaba, ni si
quiera el arte alejaba la pena de mi lado, entonces una noche, al ver que no
había valor en las riquezas materiales
que poseía, al sentirme solo, muerto, muerto por primera vez, decidí con
impulso de enloquecida furia, despedirme de mi buen amigo el piano, tome el
trabuco, prepare la carga, y puse su cañón en mi boca… acto seguido, una fuerza
de otro mundo, retorció mis manos hasta hacerme arrojar el arma; como impulsado
por la corriente más feroz, caí en el
suelo con las extremidades destrozadas, ¡peor fue la sorpresa, y el horror de
ver como mis dos manos habían quedado completamente torcidas!, ¡rígidas!,¡
torcidas y rígidas como una rama seca!, no había movimiento en mis dedos, no
había un solo movimiento en mis pobres manos,
estaban muertas, que tragedia horrible, yo entonces estaba muerto por
segunda vez, ¿qué iba a ser de mi vida entonces?, A pesar de la consternación, logré ponerme de
pie, y antes de poder huir de todo ese
infierno, el demonio me dejo oír de nuevo su voz:
“Tres veces
has de morir, necio lo tenías todo”
Jamás pude
volver a tocar un piano, nunca más pude escribir una sola línea, por eso mis
manos provocan tanta repulsión, porque están muertas; son las manos de un
condenado, de un hombre que ha muerto ya dos veces, y al que le queda una
muerte más. Todos estos años he temido ese día, el día que muera mi cuerpo, pues mi corazón murió ya un par de
veces; soy un hombre sin alma, mira a
donde me llevo el deseo, ¿qué pena verdad?
Aquella obra
que me dio y que me quito tanto, jamás fue olvidada, dejé que varios maestros
la reprodujeran, y como sabéis se ha interpretado en gran parte del mundo; ¡sí
que es una composición respetada!, me queda el consuelo de que es llamada por
su nombre, ¡lleva ese bello nombre que por mil razones se aferra a mi espíritu aun
en la distancia!. El júbilo y la gloria dejaron de importarme el día que perdí
mis manos, y al amor de mis amores, creo que es evidente, sé que se nota en mis ojos; dime, ¿de qué sirve ser el dueño del mundo, si no se
es el dueño de su alma? Dime, ¿de qué sirve?
EXELENTE HISTORIA::::DIGNA DE UN LOCO COMO TU
ResponderEliminarYA QUANTAS VEXES HAS MUERTO::::::5 6?¿¿X=
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